Lectura I Ef 4, 1-7. 11-13
Hermanos: Yo, Pablo,
prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del
llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean
comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos
en el espíritu con el vínculo de la paz.
Porque no hay más que un
solo cuerpo y un solo Espíritu, como es también sólo una la esperanza del
llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través
de todos y vive en todos.
Cada uno de nosotros ha
recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Él fue quien
concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser
evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los
fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo
de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el
conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser hombres perfectos, que
alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
Salmo Responsorial Del Salmo 18
R. (5a) El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.
Los cielos proclaman la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día comunica su mensaje al otro día
y una noche se lo transmite a la otra noche.
R. El mensaje del Señor
resuena en toda la tierra.
Sin que pronuncien una palabra,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra llega su sonido,
y su mensaje hasta el fin del mundo.
R. El mensaje del Señor
resuena en toda la tierra.
Aclamación antes del Evangelio Cfr Te Deum
R. Aleluya, aleluya.
Señor,
Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles.
R. Aleluya.
Evangelio Mt 9, 9-13
En aquel tiempo, Jesús
vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y
le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a
la mesa en casa de Mateo, muchos pu¬bli¬canos y pecadores se sentaron también a
comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los
discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los
oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los
enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo
quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar
a los justos, sino a los pecadores”.